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jueves, 27 de agosto de 2015

LETRAS DE LA RADIO


Para platicar ampliamente de la “Época de oro de la radio mexicana”, se necesita gran cancha. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que durante más de ochenta años, la radio ha testimoniado su vida social, su desarrollo económico, político, tecnológico y su raigambre intelectual; pero más que nada, nos ha narrado la esencia de su vida cotidiana a través de la música y sus canciones, aspectos importantes de nuestra manera de ser. Ya lo dice la canción de Ernesto Domínguez: “Es la vida cual un carnaval que nos hace reír o llorar…”
No se puede concebir una historia de la radio comercial y cultural en México, sin la presencia de todas aquellas figuras que crearon la Época de Oro de la radiodifusión: músicos, cantantes, compositores, locutores, actores, guionistas y técnicos. Personajes que desde el inicio de las transmisiones formales en 1923, sólo se podían palpar a través de los radiorreceptores, aquellos preciosos aparatos de distintos estilos que eran además el adorno principal de todas las casas mexicanas.
No cabe duda que, a partir de la inauguración de XEW, “la voz de la América Latina desde México”, el 18 de septiembre de 1930, la radio mexicana tomó un camino definitivo que la colocó en un lugar primordial como medio de entretenimiento de 1935 a 1960. Naturalmente, para 1930 la industria radiofónica ya se encontraba bien cimentada y con una experiencia de siete años previos de creatividad sin límites, sobre todo en lo que correspondía a la trayectoria de CYB (XEB), la Estación Radiodifusora del Buen Tono, de donde salieron los “moldes” para estructurar a la poderosa XEW de don Emilio Azcárraga Vidaurreta.

Manuel Bernal conocido como “El tío Polito” o El Declamador de América. Compartió los micrófonos de XEW con “el vate” Ricardo López Méndez y Arturo de Córdova, toma de 1950. SINAFO, INAH
Días antes del 18 de septiembre de 1930, casi todos los periódicos y revistas de la Ciudad de México y la república mexicana anunciaban a ocho columnas la inauguración de una emisora diferente, moderna y con una audacia de programación muy especial; los días 14 y 15 de septiembre fueron elegidos para las primeras transmisiones de prueba de lo que – de ahí en adelante – habría de ser la estación radiodifusora de más prestigio en el continente: XEW “la voz de la América Latina desde México”.
Son las ocho de la noche. Los reflectores gigantescos proyectan en el espacio nocturno continuos haces en movimiento. La calle de 16 de Septiembre ha sido cerrada; el edificio de características art déco, con sus preciosas máscaras en el frontis, son profusamente alumbradas; los lujosos automóviles Ford, Peugeot, etcétera, paran a las puertas del edificio que a partir de aquel momento será la sede, la catedral de la radio. Entre la parafernalia de artistas, locutores, invitados y celebridades de la industria y la política se declara inaugurada XEW. La voz del locutor Leopoldo de Samaniegos se deja escuchar en las bocinas del estudio y, por consecuencia, penetra en los hogares de muchas regiones de México a través de los radiorreceptores. El carnet musical estuvo a cargo de la Banda de Policía, dirigida por Miguel Lerdo de Tejada, la pianista Ofelia Euroza, los tenores Juan Arvizu y Alfonso Ortiz Tirado, la contralto Josefina La Chacha Aguilar, los Cuates Castilla, los Trovadores Tamaulipecos, la Marimba Chiapaneca de los Indios Foquez, el guitarrista Francisco Salinas y las canciones del imponderable maestro Agustín Lara, ya que él no formó parte de esta inauguración.
La XEW pronto se convirtió en el estandarte de la radiodifusión mexicana, pese a que fue en 1934 cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes concedió a la empresa de Azcárraga Vidaurreta las nominales XEWW Onda Corta, que permitieron llevar a través de las ondas hertzianas el desarrollo de la vida cotidiana de los mexicanos.

El 18 de septiembre de 1930 salió al aire la primera trasmisión profesional de XEW. Programa del día de la inauguración. Archivo hemerográfico AMEF
Pero antes, casi a finales de 1931, el broadcast de Amplitud Modulada había adicionado nuevas estaciones que poco a poco se inauguraban para establecer competencia con las emisoras ya existentes. De este modo, el público podía captar la señal noticiosa y musical de XEFO Radio Nacio¬nal; o bien, de los conciertos en vivo de Radio Victoria y XEBZ, así como de los controles remotos desde salones de baile de toda índole que ofrecía “La voz del Comercio” XEK todas las noches.
Pocos días después de la inauguración de la XEW, la presencia, la poética, la música y las canciones de tono lánguido y romántico, pero también descriptivas del entorno prostibulario comenzaron a ser todo un suceso en la voz del músico-poeta Agustín Lara, en su legendario programa “La hora íntima” (transmitido de 1930 a 1955), donde dedicó su fecundísima inspiración llena de florilegios a todas las mujeres, ya fueran santamente amorosos o bien cuartetas emocionadas y descriptivas de la vida nocturna en el congal o en el prostíbulo: “vende caro tu amor, aventurera”.
Todos lo sabemos, el maestro Agustín Lara no sólo cantó a la vida non sancta; también fue juglar de muchos momentos de la vida urbana mexicana; también le cantó con gran delicadeza a España y dedicó emocionantes giros literarios y musicales a Francia con aquella canción Le boule noire (La bola negra).
Con su alegre “Suite española” se propuso destilar a raudales vinillos de jerez, chatos de manzanilla y agasajos postineros en la cantina de Chicote, allá en el Madrid romántico y macho. El gran flaco supo también narrar las escenas del corrido mexicano, y por qué no mencionar de paso aquellos valses y foxes saturados de hastío y cursilería: “abanicar de pavorreales”, o la miel derramada en Concha nacarque escondió sus penas de amor, o en “el azul de las ojeras de mujer”.
Las voces del aire

Humberto G. Tamayo trasmitiendo desde los estudios de XES, 1934. Tamayo recurrió a la literatura para construir frases que se hicieron famosas en la radio. Archivo AMEF
Muchas fueron las voces sonoras, amables y caballerosas de la radio mexicana; había que recordar en especial al “caballero del micrófono”, Pedro de Lille, conductor que desde 1931 adquirió fama de leyenda con el programa “La Hora Azul”, emisión que dio con su nombre el tinte a esta época. La presencia del Tío Polito, el Declamador de América, Manuel Bernal, justificó al más sublime narrador de cuentos para niños; sin duda, Manuelito dio énfasis preciso a cada una de las palabras del idioma español.
Locutores insignia, hacedores y pioneros de la radio comercial: Jorge Marrón (después conocido como El Doctor IQ), Leopoldo de Samaniegos, Enrique W. Curtis, El Cocuyo Luis Cáceres, queridísimo amigo; Alonso Sordo Noriega y el vate Ricardo López Méndez, ambos jerarquía cultural de la radiodifusión mexicana: Sordo Noriega, el súmmum de la cultura ante el micrófono y López Méndez, quien supo entreverar en la maravillosa filigrana de la literatura su monumental poema: “México, creo en ti, porque tu nombre se escribe con la x, que algo tiene de cruz y de calvario”.
Luego surgieron las voces cotizadas, de sello personalísimo. Ellos fueron: Luis Ignacio Santibañez, Edmundo Garda, Guillermo Núñez Keith, el Chamaco Dante Aguilar, Arturo García (después Arturo de Córdova), Julio Sotelo, Carlos Pickering, Luis M. Farias, Guillermo Morales Blumenkron, Álvaro Gálvez y Fuentes, Joaquín Gamboa y el yucateco Humberto G.
Tamayo, hombre de probada cultura y eminente publicista, dueño de una “chispa” fenomenal, atrevida; creador de eslogans publicitarios a cual más de ingeniosos: “Los hijos son la patria, haga Patria en Colchones América”; “Maternidad de la Luz: servicio como manda Dios: entra una, salen dos”; “Ni sumas ni restas ni divisiones, sólo multiplicaciones en las camas de López, Montes y Mestas”; y quizá el más famoso de sus jingles comerciales, que fue: “Bárbara, Bárbara, la leche que hace cinco minutos era pasto”.
Otro yucateco prominente en la radio y en la creatividad comercial fue Ramiro Gamboa, el ilustre y queridísimo Tío Gamboín, con su tema: “Estaban los tomatitos muy contentitos… ”
Los dramas radiofónicos
Recordemos también la gran influencia que el teatro de revista legó a la radio mexicana a través de sus cómicos, divas, actores, y cantantes: Mario Moreno Cantinflas, Lucha Reyes, María Victoria, Gloria Marín, Manolín y Shilinsky, Jesús Martínez Palillo y El chino Herrera, quienes hicieron las delicias del público tanto de XEW como de XES, XEQ Y XEX, emisoras que más tarde mantuvieron un alto porcentaje de comedias radiofónicas en sus cartas programáticas. Habría que recordar también que del teatro escénico surgieron los actores que habrían de nutrir al radioteatro y la radionovela: Pura Córdoba, Prudencia Griffel, Emma Telmo, Gloria Iturbe, Aurora Walker, Julio Taboada, Fernando Soler y otras figuras destacadísimas.
Por cierto, la radionovela creó un fenómeno de comunicación sin precedentes; recordemos la serie pionera de este tipo: Los tres mosqueteros, lanzada al aire por XEW durante 1932, bajo la fórmula del suspense norteamericano (capítulos continuados uno tras otro, que en Estados Unidos se denominó soap operas por ser patrocinado por empresas jaboneras como Procter & Gamble).
El reparto de Los tres mosqueteros fue conformado por Carmen Doria, Chelo Orozco, Lucila de Córdova, Salvador Carrasco, Antonio González y Manuel Bernal (sustituido al poco tiempo por el actor Joaquín Busquets); todos ellos, actores extraídos del teatro, que después intervinieron en un sinnúmero de radionovelas. En estos actores, fue más el gusto por “hacer radio” que por ganar dinero.
Sin embargo, la época dorada de las radionovelas se dio a partir de los años cuarenta, cuando XEX y XEQ apostaron por esta fórmula, realizando producciones de gran longevidad como El conde de Montecristo, Felipe Reyes, Chucho el Roto, San Martín de Porres, El derecho de nacer y varias centenas de títulos más.

La música, elemento primordial
Uno de los prospectos y proyectos de la radio más interesantes es, sin duda, la diversión. En este punto, el bolero mexicano, la canción romántica y los distintos géneros de carácter vernáculo definieron la personalidad de la radio mexicana, específicamente en las emisoras que contaron con onda corta, como XEW, XEB, XEFO, XEX, etcétera.
A través de la onda corta fue como se difundió la imagen mexicana en Latinoamérica y en otros países de habla hispana. De este modo, prácticamente todos los cantantes y compositores del periodo 1930-1950 lograron su consagración en el gusto popular, tan fue así que pronto el cine los convirtió en iconos: Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Badú y Fernando Fernández se convirtieron en galanes cinematográficos gracias a su labor radiofónica.
En otro momento surgieron ídolos de dimensión inconmensurable, como por ejemplo, aquella mítica mujer que respondió al nombre de Lucha Reyes; también Miguel Aceves Mejía el berrendito, la reina de la canción ranchera Lola Beltrán, el primer crooner de México Fernando Fernández y el prototipo de la elegancia y la virilidad: Emilio Tuero. Y abundan más nombres: el inamovible samurai de la canción Pedro Vargas, la linda Lupita Palomera, la voz arrebatadora de María Luisa Landín, el erotismo sin disimulos de Chela Flores y la figura saturada de cachondez de la Toya Gutiérrez (María Victoria). Personajes de relumbrón que la gente (al sintonizar su radio) en lejanas tierras imaginaban como una belleza sin par.
Con el advenimiento de la televisión el público sufrió gravísimas decepciones al descubrir que muchos de sus ídolos no eran tan apuestos ni tan bellos como los imaginaban al escucharlos par la radio. Una de las virtudes del trabajo ante el micrófono es la de crear entre líneas una especie de imaginería exagerada respecto a la belleza de los actores, locutores a cantantes.

Publicidad de La hora intima de Agustín Lara que promociona su programa en XEW en Revista de revistas de septiembre de 1939. Archivo hemerográfico de Pablo Dueñas
Pero cuando el público tenía la certeza de que su ídolo era guapo, bello, grandes tumultos humanos abarrotaban la entrada de los teatros estudio de XEW, XEB, XEQ y de todas las emisoras prestigiadas del país. En ocasiones, el entusiasmo del público femenino hizo jirones la ropa a Emilio Tuero; otras, le causaba admiración la llegada de la emocional Elvira Ríos al Teatro-Estudio Verde y Oro de Ayuntamiento 52, manejando su flamante Cadillac modelo 1943. 0 bien, se trataba de forcejeos para entrar al Teatro Juventino Rosas de la XEB, para presenciar el programa “México ríe”, donde participaban Joaquín Pardavé, Mario Moreno Cantinflas, la orquesta del jibarito Rafael Hernández con la dulce voz de Margarita Romero, ambos muy de moda con sus boleros tropicales: Desvelo de amor, Cachita y Mi delito: “Mi delito mayor fue quererte y seguirte queriendo… ” mÁS EN www.somoselespectador.blogspot.com 
fuente : ciudadanos en red